Bruselas, 16 de abril de 2020
"Solo es auténtico el texto pronunciado"
Señor Presidente,
Señorías,
No hay palabras para expresar el dolor de Europa y el sufrimiento del mundo.
Tenemos en nuestro pensamiento a todas las víctimas y en nuestras oraciones a todas las familias en duelo.
Les prometemos que contaremos su historia y que honraremos su vida y su legado.
Les recordaremos a todos y cada uno de ellos siempre.
No nos olvidaremos de Julie, la joven francesa que tenía toda la vida por delante, ni de Jan, el historiador checo que siempre luchó por sus valores, ni de Gino, el médico italiano jubilado que volvió a trabajar para salvar vidas.
Nos acordaremos del increíble gesto de Suzanne, que dejó su respirador para que pudiera servir a una persona más joven en Bélgica, y de la imagen de Francis, despidiéndose de su hermano desde la ventana de un hospital en Irlanda.
Recordaremos a la madre primeriza polaca, que no verá a su hijo crecer, y al joven entrenador de fútbol español, que nunca verá su sueño hecho realidad.
No los olvidaremos nunca.
No olvidaremos nunca a las madres, los padres, los hermanos y las hermanas. A los jóvenes y menos jóvenes del norte o del sur, del este o del oeste. A los amigos y los compañeros de trabajo, a los vecinos y los forasteros. A las personas que tienen historias que contar y lugares que visitar. A aquellos en cuyos hombros lloramos y de cuyo amor dependemos.
Cada una de esas decenas de miles de historias nos rompe un pedazo del corazón.
Pero también refuerzan nuestra determinación por que Europa haga todo lo que esté en su mano por salvar todas las vidas posibles.
Señorías:
No se puede superar una pandemia tan rápida como esta y de tamaña magnitud sin no se va con la verdad por delante. La verdad con respecto a todo: las cifras, los datos científicos, las perspectivas, pero también sobre nuestras propias acciones.
Sí, es verdad que nadie estaba realmente preparado para esto. También es cierto que hubo demasiadas ausencias cuando Italia necesitó ayuda al principio.
Y sí, es por esa razón por la que es de justicia que Europa en su conjunto pida perdón con todo el corazón.
Sin embargo, disculparse solo sirve para algo si se produce un cambio de actitud.
También es verdad que no hemos tardado mucho en darnos todos cuenta de que, para protegernos a nosotros mismos, tenemos que proteger a los demás.
Y la verdad es que Europa se ha convertido ahora en el corazón de la solidaridad del mundo.
La Europa real se ha puesto en pie, la Europa que está ahí para todos cuando más se necesita.
La de los paramédicos polacos y los médicos rumanos que salvan vidas en Italia. La de los respiradores de Alemania que ofrecen un balón de oxígeno a España. La de los hospitales de Chequia que tratan a enfermos franceses. Y la de los pacientes de Bérgamo trasladados a clínicas de Bonn.
Hemos visto cómo se enviaban suministros médicos de Lituania a España y respiradores de Dinamarca a Italia. De hecho, hemos asistido a un movimiento de equipos a través de Europa, desde los lugares en los que se podía prescindir de ellos hasta aquellos en los que se necesitaban.
Esto me hace sentir orgullosa de ser europea.
Por supuesto, siempre habrá personas que quieran buscar culpables o eludir su responsabilidad. Y otras que prefieren pronunciar discursos populistas antes que decir verdades impopulares.
Ante esto, yo digo ¡basta!
¡Basta! Sean valientes y digan la verdad.
Tengan el valor de ponerse en pie por Europa. Porque será esta Unión nuestra la que nos hará salir adelante. Esta Unión, sin embargo, mañana será fuerte solo en la medida en que lo sea hoy.
Y, si necesitan inspiración, miren simplemente cómo se mantienen unidos los europeos, con empatía, humildad y humanidad.
Quiero rendir homenaje a todos y cada uno de ellos. A los repartidores y proveedores de alimentos. A los comerciantes, a los que empacan mercancías en las fábricas y a los que salen a aplaudir desde el balcón. A las empresas que modifican su línea de producción para fabricar los suministros que necesitamos con urgencia.
Quiero rendir homenaje a los voluntarios portugueses que cosen máscaras para sus vecinos, o al pianista griego de siete años que ha compuesto un «vals del confinamiento» para levantar el ánimo de la gente.
Pero, ante todo, quiero dar las gracias y rendir homenaje a nuestros héroes: los médicos, enfermeros y cuidadores. Los que tienen moratones en la cara y guardan imágenes trágicas en sus mentes. Los que toman la mano de los enfermos con toda la ternura y el cariño que sus familiares no les pueden dar.
Ellos son los que salvan nuestras vidas y nuestro honor.
Son a quienes debemos proteger para que todos nosotros podamos estar protegidos.
Esto es exactamente en lo que estamos centrados.
Por ello estamos constituyendo unas existencias comunes de equipos médicos.
Por ello estamos invirtiendo de forma conjunta en la investigación de vacunas.
Por ello estamos encargándonos, de forma centralizada, de la compra de los suministros más urgentes en el mercado mundial.
Y hemos creado un grupo con los mejores expertos de toda Europa que comparten regularmente sus conocimientos, que puede salvar vidas.
Por ello hemos eximido de derechos de aduana y del IVA a las importaciones de dispositivos médicos de terceros países.
Y también por ello a comienzos de este mes hicimos una promesa sencilla, pero de gran calado:
vamos a utilizar cada euro disponible que tengamos, de todas las formas posibles, para salvar vidas y proteger los medios de subsistencia de las ciudadanas y los ciudadanos europeos.
En esta perspectiva, hemos propuesto destinar todos los recursos aún disponibles del actual presupuesto a un instrumento de emergencia.
Ello permitirá que casi 3 000 millones de euros vayan directamente allí donde se los necesita:
desde el aprovisionamiento de respiradores y equipos de protección, hasta un mayor número pruebas y la asistencia médica a los más vulnerables, incluidas las personas que se encuentran en los campos de refugiados.
Para hacerlo posible, proponemos que se permita que cada euro disponible de los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos se utilice para hacer frente al coronavirus.
Ello supone que permitamos una flexibilidad plena. Los medios pueden dirigirse a otras regiones y emplearse allí donde se necesite con más urgencia, sin que estén sometidos a las restricciones habituales en cuanto a cofinanciación, afectación y límites de cuantía.
Con este paquete, sobre el que vota hoy esta cámara, Europa llega a los límites de lo posible.
Y el mismo principio se aplica cuando se trata de proteger los medios de vida de los ciudadanos.
No es la primera vez que Europa atraviesa una crisis económica. Pero no hay nada que pueda compararse con este parón económico.
No se puede culpar a nadie de ello y todo el mundo requerirá ayuda. Necesitamos medidas sin precedentes para poder hacerlo y asegurarnos de que nuestra economía esté lista para reactivarse en cuanto sea posible.
Y, una vez más, la verdad importa.
Europa ha hecho más en las últimas cuatro semanas que en los primeros cuatro años de la última crisis.
Las normas sobre ayudas estatales son ahora más flexibles que nunca. Solo en los últimos días, hemos aprobado regímenes que proporcionarán 1 000 millones de euros a las empresas croatas, 1 200 millones de euros a las pymes griegas o 20 millones de euros a los pescadores portugueses. Podría citar muchos más ejemplos, desde Letonia y Estonia hasta Bélgica o Suecia.
Hemos activado por primera vez en nuestra historia la plena flexibilidad en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Junto con las audaces medidas adoptadas por el Banco Central Europeo, ello constituye un impulso fiscal y financiero sin precedentes.
Las decisiones adoptadas la pasada semana por los ministros de finanzas de la UE harán posible que 500 000 millones de euros adicionales se destinen a todos aquellos que lo necesiten.
En relación con ello, insto a todos los Estados miembros a aprovechar al máximo el instrumento SURE, el nuevo régimen propuesto por la Comisión para proteger a los europeos del riesgo de desempleo. Canalizará 100 000 millones de euros para ayudar a los gobiernos a compensar la diferencia de salario si el empleador tiene que reducir las horas de trabajo o en el caso de los autónomos que lo necesiten.
Y de SURE podemos congratularnos por dos motivos: En primer lugar, ayudará a pagar el alquiler, las facturas o la comida a quienes lo necesiten, contribuyendo al mismo tiempo a mantener en actividad a otras empresas. Y, en segundo lugar, encarna lo que entendemos por solidaridad. Los Estados miembros que puedan hacerlo concederán garantías de modo que otros puedan prestar ayuda a los más afectados en sus países.
Como resultado de toda esta actuación, la respuesta colectiva de Europa va a ser muy superior a los 3 billones de euros. Es la respuesta más rotunda que se ha dado en todo el mundo.
Sabemos, no obstante, que será necesario más. Mucho más. Tenemos un largo camino por delante y el mundo de mañana será muy diferente del mundo de ayer.
Señorías:
Estoy convencida de que Europa puede moldear este nuevo mundo si trabaja unida y redescubre su espíritu pionero.
En este sentido, quisiera citar una frase del Manifiesto de Ventotene, escrito por dos de los mayores visionarios de Italia y de Europa: Ernesto Rossi y Altiero Spinelli, uno de nuestros padres fundadores.
Escrito desde la prisión en la que se encontraban en una isla remota, en el punto álgido de la guerra, cuando toda esperanza de una Europa unida parecía perdida, nos dejaron este mensaje de confianza:
Ha llegado la hora de aprender a deshacernos de las antiguas cargas, a prepararnos para el nuevo mundo que se acerca y que será muy diferente del que habíamos imaginado.
Estimados amigos, la hora ha llegado de nuevo.
La hora de dejar atrás las antiguas divisiones, disputas y recriminaciones. La hora de salir de nuestras posturas atrincheradas.
La hora de prepararse para este nuevo mundo, de utilizar todo el poder de nuestra esencia compartida y la fortaleza de nuestro objetivo común.
El punto de partida ha de pasar por hacer que nuestras economías, sociedades y modos de vida sean más sostenibles y resilientes.
Encontrar respuestas en este nuevo mundo requerirá valentía, confianza y solidaridad.
Serán necesarias inversiones ingentes para dar un impulso que relance nuestras economías.
Necesitamos un Plan Marshall para la recuperación de Europa, y debemos ponerlo en marcha de inmediato.
Solo disponemos de un instrumento que
- cuente con la confianza de todos los Estados miembros,
- ya esté operativo,
- pueda ofrecer resultados rápidos,
- sea transparente
- y haya demostrado a lo largo del tiempo que favorece la cohesión, la convergencia y la inversión.
Se trata del presupuesto europeo.
El presupuesto europeo será la nave nodriza de la recuperación.
Y, por ello, el presupuesto de los próximos siete años debe ser diferente del que habíamos imaginado, tal y como Spinelli afirmó.
Utilizaremos la fortaleza del presupuesto europeo en su conjunto para incentivar la enorme inversión que requerimos de cara a reconstruir el mercado único tras el coronavirus.
Lo concentraremos al principio con el objetivo de impulsar las inversiones en esos primeros años, claves para la recuperación.
Porque esta crisis es diferente de cualquier otra que hayamos conocido. Es una crisis que está afectando gravemente a empresas perfectamente viables debido a que la vida pública se ha frenado en seco.
Por ello, requerimos soluciones innovadoras y mayor margen en el MFP de forma que este pueda desbloquear una inversión pública y privada ingente. Con ello, se reactivarán nuestras economías y se orientará la recuperación hacia una Europa más resiliente, ecológica y digital.
Y, al hacerlo, no solo protegeremos nuestras industrias y nuestros servicios, sino que además los redirigiremos hacia una nueva realidad.
Será necesario invertir en nuestras tecnologías digitales, en infraestructuras y en innovación, como por ejemplo en impresión 3D, para ayudarnos a ser más independientes y sacar el máximo provecho a las nuevas oportunidades.
Ello también pasa por redoblar nuestra estrategia de crecimiento invirtiendo en el Pacto Verde Europeo. Pero, a medida que la recuperación mundial avance, el calentamiento global no retrocederá. Los pioneros tendrán una ventaja doble, y dar con los proyectos adecuados para invertir será fundamental.
Una economía más moderna y circular nos hará menos dependientes e incrementará nuestra resiliencia. Esta es la lección que debemos aprender con esta crisis:
La inversión a gran escala en renovación, renovables, transporte limpio, alimentación sostenible y recuperación de la naturaleza resultará todavía más importante que antes. Ello no solo beneficiará a nuestro medio ambiente sino que también reducirá la dependencia al acortar las cadenas de suministro y diversificarlas.
Además, debemos tener en mente otra realidad:
Aunque esta crisis es simétrica, la recuperación no lo será. Porque el virus no será el único golpe que nos llevemos, el golpe económico también dolerá. Algunas regiones se recuperarán y otras atravesarán dificultades. Por ello, la cohesión y la convergencia serán más importantes que nunca.
El Mercado Único y la política de cohesión son dos caras de la misma moneda, y se requieren las dos para garantizar la prosperidad en el conjunto de la UE.
Señorías:
Esta es la Europa que, en mi opinión, puede surgir de esta crisis.
Una Europa que hace todo lo que puede para proteger las vidas y los medios de subsistencia. Una Europa que está abierta al mundo, pero que es capaz de cuidar de sí misma. Una Europa más resiliente, ecológica y digital, y que invierte en su futuro de manera conjunta.
Esta es la senda hacia la recuperación. El camino será largo y el mundo entero tratará de encontrar su propia ruta.
Es probable que esta crisis redefina nuestra política, nuestra geopolítica y, posiblemente, la propia globalización. En este nuevo mundo, Europa deberá permanecer unida contra viento y marea.
Y, cuando miro alrededor en nuestra Unión (y observo tanta humanidad e ingenio), sé que seremos capaces de hacerlo y que lo conseguiremos.
Señorías:
Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma.
Si defendemos Europa hoy (con valentía, confianza y solidaridad), el sol brillará mañana con más fuerza que nunca en Europa.
Larga vida a Europa.